Después de un vuelo tranquilo, gracias a dios, arribamos al aeropuerto JFK.
La verdad que de los nervios, no me acuerdo nada de ese lugar y también porque la emoción nos hacía ir a las corridas, queríamos estar cuanto antes, en el centro de Manhattan.
Habíamos elegido tomar un tren que te llevaba hasta el metro. Para eso había que comprar una tarjeta, la cual a la pareja que estaba antes que nosotros, le costó bastante y no pudieron.
Vieron cuando uno se anota todos los pasos a seguir para hacer algo, pero después en destino, la cosa cambia. Por suerte, nosotros pudimos y compramos el boleto y luego la metrocard de 7 días.
El tema es que llegar al metro, nos metió de lleno en una película, pero no una romántica precisamente, sino más bien, una de esas de pandillas de NY, bueno imaginen la escena.
Sin decirle nada a Lu, en mi interior, pensaba, quien me mando a hacer esto, porque no nos tomamos un taxi, pero… no dije nada, solo sonreía ja.
Había mucha más gente que hacía lo mismo que nosotros, así que nos sentíamos acompañados. Subimos al metro y el viaje fue bastante ameno.
El metro era bastante feito, tal cual lo habíamos visto en películas o nos habían contado. Parecía que los años 80, aún seguían vivos ahí abajo.
Después de casi 40min, llegamos a nuestra estación. Bajamos del vehículo, la misma no era linda tampoco y había mucho menos gente.
Y de pronto volvió el pensamiento del taxi, al ver esas interminables escaleras. Como subíamos las valijas? Ja.
Hacíamos nuestro mejor esfuerzo y se notaba, hasta que en un momento aparece en escena una mujer rubia, bastante alta que le ofrece ayuda a Lu. Le dijimos que no, pero no acepto y prácticamente le saco la valija de la mano, una genia total. Es para destacar que encontramos mucha gente copada en la ciudad.
Y así como así, después de tantos años de espera, me encontré con Times Square de frente. Ahí nos dejó el metro, ya que nos hospedábamos a dos cuadras de ahí.
Al principio fue como una sensación extraña, creo que todavía no había caído donde estaba.
Esas 2 cuadras que caminamos me sentí un poco raro, no entendía lo que estaba pasando. Además NY es una ciudad que te apabulla de entrada.
Habíamos alquilado un dpto. compartido, algo que en NY es complicado y no se recomienda hacer, de hecho 6 meses antes del viaje, teníamos reservado nuestro dpto., el cual se cayó el mes previo, ya que el dueño era un fantasma se ve.
Yo no entendía mucho ese mundo aun, así que elegimos otra opción de la plataforma y fuimos a parar a otro dpto, pero era compartido.
Lo más loco era el ingreso, ya que la llave se sacaba, de un candado en un árbol, poniendo una combinación que nos había dado el dueño.
Una locura total!!! Ingresamos un rato antes de lo previsto, pero no hubo problema. Por dos días estuvimos solos, luego compartimos el dpto. con una pareja compuesta por un colombiano y una australiana, para sumarle más condimentos aun a la experiencia ja.
Nos acomodamos y salimos a caminar Manhattan. Ese día lo habíamos dejado al azar, para aclimatarnos.
Estábamos realmente hambrientos y encontré la mejor forma de calmar eso. Encontramos una pizzería de esas que te venden porciones y pedimos para los dos.
El muchacho que nos atendió nos entendió mal y nos dio para uno solo, el tema es que cada porción era como una pizza entera más o menos, por lo que nos conformamos con eso a la perfección.
Ahora sí, vamos a ver de qué se trata esto. El primer lugar elegido fue Times Square. Yo calculo que un turista que visita Buenos Aires por primera vez, quisiera empezar por el obelisco y la calle corrientes, así que no dudamos.
Y ahí empecé a sentirme distinto, ya había pasado los nervios del tráfico en Bs As para llegar a Ezeiza, del vuelo y el metro en NY.
Tantas veces viendo fotos de otros y ahora era yo el protagonista, en el medio de esas imágenes sacadas en esa calle repleta de carteles luminosos, escalinatas, turistas por doquier.
Recién empezaba todo, pero yo ya sentía que podía tocar el cielo con las manos, la felicidad que tenía. Después de sacarnos 900 fotos, por suerte, no era la época de los rollos de 30 ja, seguimos viaje.
Paramos a comprar una bebida y ya comprar una coca era un evento inolvidable, porque cada local, invitaba a entrar y comprar algo.
Nos metimos en el local de M&M, encontramos el cartel de HOPE y nos dirigimos al Central Park. La idea era hacer una caminata.
A los dos nos encanta caminar, creo que en un momento hasta pensé en hacer la vuelta completa esa tarde. Hoy sé que necesitas como 3 días para hacerla ja.
Nos metimos hacia dentro, sin dirección alguna, llegamos a una cancha de Baseball y nos sentamos un ratito, mientras tomábamos la gaseosa. El día era un encanto, un sol radiante nos acompañaba.
Todo era una novedad, los carritos de helados, las ardillas que van y vienen de un lado para para otro.
Tenía apuntado el edificio Dakota, como una parada para ese día. Ese legendario complejo, que fue la última residencia de John Lennon.
Luego de la típica postal, nos volvimos al parque para ingresar al sector Strawberry Fields.
Eran las 6 de la tarde, el día estaba cediendo tímidamente, el clima era espectacular y la escena inmejorable. Nos sentamos unos minutos en un banco de esa zona, mientras escuchábamos a un artista callejero tocando una canción obviamente de John. Todo era mágico, la calma que rodeaba ese lugar, no la voy a olvidar en mi vida. Esa zona tiene mucha mística, no sé cómo explicarlo, hay que vivirlo para sentirlo.
Seguimos caminando, relajadísimos, nos fuimos de esa zona con una inmensa paz interior.
Caminamos por la 59, bordeando el parque, encontramos la estatua de San Martin, hoteles que habíamos visto mil veces en películas.
Nos metimos un ratito al Apple, pero duramos 2 minutos, era tanta la gente que había y nosotros que no íbamos a comprar nada, así que, a seguir.
Y nos topamos con la famosa juguetería Fao Scharwz. Obviamente fuimos a buscar el piano de quisiera ser grande y hasta nos encontramos con Zoltar. A quien le pedí el deseo de volver a ser chico, pero ni pelota me dio ja.
Ahí mismo encontramos una cafetería y nos pedimos unos cafecitos con unos waffles para terminar la tarde.
Antes de que caiga el sol, caminamos por la Quinta Avenida, donde encontramos locales de marcas súper conocidas y la catedral de San Patricio.
Nuestras piernas dijeron basta por hoy, en el regreso vimos el Rockefeller, comimos en un mac donals y nos fuimos a descansar para el día siguiente, en el cual arrancaban las atracciones.
Había sido un día con fuertes emociones y al momento de acostarse, mi cabeza estaba a mil.
Pensar que el día anterior estaba durmiendo en Bs As y ahora estaba en Manhattan.
Viste cuando te acostas pensando en tus sueños? Cuando vas a poder cumplirlos?
Bueno, ese día yo estaba cumpliendo uno de mis mayores anhelos de toda mi vida, así que se imaginaran como estaban mis revoluciones.
Estaba ahí y todavía seguía sin poder creerlo. Para comprobarlo, cada tanto me asomaba por la ventana, que daba a la calle 9 y la noche me mostraba que realmente la ciudad no dormía y que los taxis eran amarillos.