Dia 8 (Miami)

Cuando salimos de viaje, pasa muchas veces que nos despertamos en una ciudad y nos acostamos en otra y es genial cuando pasa eso.

Ni hablar cuando te despertaste mirando las calles de Manhattan y te vas a dormir mirando una ventana que da al Océano.

Ese día arranco en NY y la molestia de tener que dejar la ciudad, pero la alegría porque se venía un destino de sol y playa y nuevas aventuras.

Quedaba la mitad del viaje y eso estaba más que bueno.

Miami, no fue parte del plan original, pero como somos playeros, poco a poco nos fue interesando. Ny siempre estuvo en mis intereses principales, no es que yo iba por la vida diciendo que quería conocer Miami y hasta hoy no sé porque, tampoco es que no me interesaba, pero simplemente ni la pensaba. Quizás por esa ecuación absurda de que es una ciudad para ricos. Hoy comprendí que puedo sacarme una foto al lado de una Ferrari y mi vida va a seguir siendo la misma.

Nos despedimos del acogedor y amigable barrio de Hells Kitchen,  del departamento, sus pasillos y escaleras mal olientes ja, porque aunque sea primer mundo, NY tiene un poco de eso.

Tomamos un taxi rumbo al aeropuerto La Guardia, el cual por algún motivo que desconozco tenía el aire acondicionado a mil. Era una heladera, tremendo el frio que hacía y eso me jugo una muy mala pasada, con consecuencias en mis primeros días en Miami. Ese frio descoloco a mi garganta y la saco del juego por varios días y tuve que lidiar con eso.

Ese día aprendí, que en USA hay que tener mucho cuidado con el aire acondicionado ja.

El vuelo duro unas 3hs aprox y antes de que nos acomodemos, ya estábamos en el Aeropuerto Internacional de Miami.

Esa parte del viaje venía con un cambio muy importante, ya que íbamos a contar con movilidad y un departamento con cocina para nosotros solos, las comodidades cambiaban completamente.

Después de la travesía que hay que atravesar para llegar hasta el Rental Car Center, tomarse el tren y todas esas cosas, pedimos nuestro auto, el cual fue un sencillo Ford Fiesta.

Estaba lindo el auto y no íbamos a alquilar uno más grande o lujoso, no era necesario. El tema es que venía con palanca automática y no es que no había pensado en eso, pero pensé que iba a ser más fácil.

Habían pasado unos minutos y aun no lograba mover el auto, creo que en algún momento se me paso que iba a tener que devolverlo y movernos de otra forma. Por suerte, después de practicar un poco en el parking del aeropuerto, salimos a la calle.

Una vez me dijeron que el gps se prende apenas aterriza el avión, para que tenga el tiempo suficiente de captar la señal, pero yo no lo hice. Tardo muchísimo en enganchar y ya estábamos en la calle, algo que había que hacer y si bien los nuevos teléfonos que habíamos comprando en NY, tenían mapas, nosotros no habíamos comprando ningún plan de datos.

Hicimos unas cuadras y aunque no conocíamos la ciudad, empezamos a sentir que algo estaba mal, que no estábamos por el camino correcto.

O sea, el que fue a Miami, puede entender que es imposible llegar del aeropuerto a Miami Beach sin GPS, sobre todo la primera vez.

Le pregunte a un taxista que me cruce en el camino y nos indicó que estábamos yendo para el otro lado. Y de pronto el GPS capto la señal y empezó a acompañarnos en el viaje.

Ahí sí, enganchamos la Mac Arthur Causeway y ver los cruceros parados, el agua, las palmeras y el sol radiante, nos hizo sentir que esa ciudad nos iba a gustar mucho.

No recuerdo bien el camino que agarramos a continuación, pero creo recordar el Fifth & Alton, de la 5 y Alton Road y luego en poco más de 20min llegar el Complejo Casablanca, lugar de nuestro hospedaje, donde nos estaban esperando para el check in.

El lugar parecía sencillo, con una tremenda onda ochentosa y playera y cuando se abrió la puerta del departamento, lo primero que llego a nuestras retinas fue la imagen del mar. Guau!!!

Listo, ahora sí, que buena que va a estar esta parte del viaje, pensamos y nos miramos felices.

Y claramente había que conocer ese mar que tantas veces había visto en fotos, videos, ahora era nuestro, al menos por 7 días más.

Lo imaginaba más limpio, me encontré con algunas algas, que no eran muchas eh, pero no sé, creía que iba a ser tipo pileta, pero claro, el mar es así, después lo entendí. Entre al mismo con dudas, pero luego de acostumbrarme al asunto, me encontré con un mar increíble que nos iba a acompañar el resto de los días y lo íbamos a disfrutar más que nunca.

Ya eran tipo 7 de la tarde, estaba empezando a caer el día, hicimos un brevísimo paso por la pileta y luego al departamento para una ducha reparadora y a caminar unas cuadritas, ya que nos habían dicho que podíamos hacer compras en un súper a pocas cuadras.

En NY el tema de las compras en almacenes y supermercados había sido una novedad, lo que no decayó en Miami, todo lo contrario. Lo primero que encontramos esa noche fue el Wallgreens de la calle 67, lugar donde estuvimos un poco más de 1hr, viendo qué? No sé, pero todo era una novedad. Que linda es la primera vez cuando todo te llama la atención.

Que el juguito, que la gaseosa de diferentes sabores, los chocolates, helados, hamburguesas, golosinas, tecnología.

Hicimos una compra para llenar heladera con cosas básicas y necesarias, por ej, un pack de cervezas ja.

Y algunas galletitas, donas, fiambre, etc.

Fuimos para el departamento, cenamos y nos fuimos a dormir, ya que estábamos fundidos del trajín del vuelo y sobre todo porque veníamos de 7 días a todo ritmo en NY y eso te aniquila.

Ya no veía las luces de los bares y autos por la calle 9 en Hell´s Kitchen, ahora lo que veía cuando me asomaba por la ventana, eran las luces de los barcos navegando en medio del océano y el reflejo de la luna sobre el mar.

Cada noche repetía el ritual de mirar por la ventana y agradecer por haber tenido la dicha de realizar un viaje semejante. Un viaje que cada día aumentaba su dosis de emoción y fantasía y se iba a convertir en el punto de inicio de varios viajes más que llevamos hasta la fecha a un destino, que nos fascina.