Dia 10 (Miami)

Miami ya nos había envuelto con su carisma y tintes caribeños. El sol, la playa, las palmeras, todo es fabuloso, en ese aspecto por esos pagos.

Y ese viaje había sumado muchos kms, recuerden que veníamos de 7 increíbles noches en NY.

Pero, porque no seguir en Florida. Quería irme con otras cosas además de Miami Beach y a esa altura, después de solo dos días en la ciudad del sol, ya empezaba a sonar la frase: ´´acá vamos a volver´´

Supuse que si íbamos a conocer lugares lejanos, lo mejor era ponerlos al principio del itinerario, porque si no, al final, el cansancio pesa y uno empieza a conformarse o desistir.

Y ese día marcaba un lugar bastante lejos de Miami. La idea era conocer los cayos de Florida y esa magnífica ruta que habíamos visto en fotos, películas, etc.

Después de un cafecito, salimos tempranito desde Miami, para no tener que enfrentar el intenso tráfico de la hora pico. Salir de la ciudad, cuesta bastante, son muchos kms hasta que uno se mete en la ruta donde se ve agua a los costados.

Como había contado en uno de los relatos, en el Aeropuerto de La Guardia en NY, me enferme un poquito y la garganta me quedo hecha bolsa y ese día me seguía molestando.

En un momento del viaje, nos metimos en un pueblo, que desconozco cuál era pero encontramos un supermercado, re grande, en el medio de la nada y sencillamente vacío. Y ahí pude comprar unas pastillas que me fueron acompañando el resto del viaje.

Seguimos viaje y la primera impresión de la ruta del agua, fue increíble. Es muy loco pensar que estas manejando sin nada a los costados, más que agua.

Pero el camino no era todo el tiempo así, también pasábamos por pequeños pueblos y lugares donde no se veían mas que arbustos.

Del asombro inicial, luego pasamos un poco al fastidio, por no llegar más ja. La ruta tiene tramos de velocidades bajas, lo que hace que se demore más el trayecto. Pero, estábamos en el baile y había que bailar, no íbamos a desistir a mitad de camino.

Luego de casi 4hs de manejo, llegamos al último punto del viaje y nuestra única y principal parada, Key West.

A pesar de ser un día de semana, veíamos bastante movimiento turístico y se nos complicó conseguir un lugar para estacionar. Había bastante gente en el pueblo.

Dimos un par de vueltas, sin tener lugares apuntados por visitar y empezamos a preguntar por la mejor playa de la zona, hasta que una persona nos mandó al Fort Zachary Taylor State Park, lugar donde pagando un abono de u$s 8, podíamos pasar el día.

Había leído que la playa no era uno de los grandes atractivos del lugar y nuestra impresión al respecto, fue exactamente la misma. Esa playa en particular era muy rocosa y la verdad, nos quedábamos toda la vida con Miami Beach. Pero estábamos ahí y había que disfrutarlo, obvio, metiéndonos al mar con ojotas, sino era imposible ja.

Llego el almuerzo y era hora de los sándwiches salvadores tan ricos que preparaba Lu. Hicimos playa y bastante descanso, de hecho yo intente descansar y relajarme lo más posible, porque me quedaban 4hs de manejo nuevamente.

Se hizo la tarde, nos cambiamos y fuimos a recorrer la ciudad.

La misma estaba desértica, ya que la gente seguramente seguía en la playa y así nos metimos en el centro de la misma, recorriendo muy lindos y pintorescos lugares.

Tenía apuntado Malllory Square para ver el atardecer, como uno de los atractivos más interesantes y ahí nos dirigimos.

Antes dimos una vueltita por la famosa Av Duval, que tiene mucho colorido. Bares de motoqueros, con bandas tocando en vivo, tiendas vintage y encontramos un lugar que vendían dulces y chocolates.

El día ardía y si me preguntan hoy  porque entramos a comprar un chocolate, no sabría responderles. El tema, es que lo hicimos y nos mató. La combinación de esa barra chocolatosa con el intenso calor, fue una combinación explosiva, estuvimos como una hora para recuperarnos.

Y lentamente nos fuimos para Mallory, pero quedaba poco tiempo para que se cumpla el tiempo del parking y fui a renovarlo. Aunque tarde como media hora, porque el parquímetro, no quería reconocer mi tarjeta, fue un parto realmente. Lu ya estaba pensando que me había rajado ja.

Instalados en el lugar, poco a poco se empezó a llenar de gente y ahí comprendimos porque  era un evento famoso. Músicos a la gorra, malabaristas, de todo un poco, en un ambiente increíble.

El día estaba tremendo, una jornada a pleno sol que se empezaba a despedir. Sentados en un escalón, en primera fila disfrutamos de este evento único. Ese es uno de los motivos por el cual, yo recomendaría ir en auto hasta allá, porque el tour que ofrecen las empresas, por una cuestión de tiempo, quizás no los lleve a Mallory y se perderían esa fiesta.

Sacamos una gran cantidad de fotos, aunque las imágenes quedaran siempre guardadas en nuestro disco rígido interior. Fue un momento inolvidable y lo que más disfrutamos de la zona.

Luego de la caída del sol, el ambiente estaba inmejorable, se notaba que a la noche se viven cosas interesantes también.

Una gran cantidad de bares y restaurantes se empezaban a colmar de gente, daba para quedarse realmente, pero había que volver.

Antes dimos una vuelta más por la ciudad, pasando por la boya tradicional, el punto más cercano a Cuba. Cargamos nafta y a meternos en la ruta… pero.. siempre hay un pero en Florida.

Saliendo del centro de Key West, nos cruzamos con un Dollar Tree, una tienda de todo por

u$s 1, que también había apuntado Lu de la tele, yo ni idea de que me hablaba, pero como todo es novedad allá, entre con ganas.

Eran alrededor de las 9 y nos quedamos hasta que cerro el lugar a las 10, todo nos llamaba la atención y más aún, con el cambio de ese entonces, que era mucho más favorable que el de estos tiempos. Salimos contentos y sonrientes.

Ahora sí, nos metimos en la ruta. Como me agarro hambre y vimos un mac donals, paramos a comprar unas patitas de pollo. Lu aún seguía siendo víctima del chocolate de la tarde, por lo que no quiso nada.

Lo interesante y atractivo de la ruta del agua, se vuelve tedioso de noche, ya que como es de esperar, no se ve absolutamente nada y a eso hay que sumarle que la velocidad máxima permitida, baja más aun a esas horas.

La vuelta era rutinaria y no había nada por hacer, solo manejar y manejar. Por tramos, inclusive ni había banquina para parar a estirar las piernas y tomar un poco de aire.

Quien nos mandó, fue una frase que utilizamos varias veces ja.

En un momento sentí que ya no daba más y necesitaba parar si o si, hasta que apareció una estación de servicio, en el medio de la nada misma, con más iluminación que el estadio de futbol.

Había que cargar pilas, café y gaseosas eran parte del master plan. Pero, no había café hecho, aunque la empleada del lugar, una señora muy amable se ofreció a prepararme. Vaya si me salvo esa genia.

Lu se había quedado en el auto y la escena era la típica de cualquier película de terror, de esas que sale el loco entre los arbustos con la motosierra.

Porque lo había dejado re lejos de la entrada y cerca de unos árboles que se empezaron a mover, así que me subí volando al auto y salimos rápido antes de que aparezca Jason ja.

El gps marcaba que no faltaba tanto, pero el tiempo no pasaba y los kms tampoco. El viaje seguía siendo eterno. En el dollar tree habíamos comprado unas gomitas, que me encantaron y me termina el primer paquete que era enorme, pero algo me tenía que acompañar.

Por suerte, en un momento nos aproximamos a las afueras de Miami y ahí pronto llegamos a Miami Beach, aunque la dirección que le habíamos puesto era errónea y nos bajamos en South Beach, que ya a esa hora estaba bastante desértica.

Luego de 15 minutos logramos llegar al departamento, realmente fusilados. Miramos la hora y eran las 3 y media de la mañana.

La travesía loca había terminado, como todas las noches, me prepare para dormir, sin olvidarme de sentarme unos minutos en la cama contemplando el océano en modo nocturno.

Key West no fue de los lugares que más nos gustaron en Florida, pero volvería. Esta vez creo que no lo haría en el día, sino que me quedaría a disfrutar la noche.

Hoy en día repaso esta aventura en mis recuerdos y siento alegría por haberlo hecho, nada mejor que vivir la propia experiencia y después cada uno saca sus propias conclusiones y elije sus lugares favoritos.