La idea de conocer Sarasota, venía con la necesidad de contar con un hospedaje cómodo para el grupo familiar con el que íbamos a viajar.
Y además de eso, alejarse un poco de las comodidades hoteleras y vivir un poco de la experiencia bien característica del lugar.
Nuestro hospedaje lo elegimos por una de esas plataformas típicas de internet, donde encontramos la casa de Lynn, ubicada en la calle New England al 3200, como la mejor opción.
A 10 minutos de Siesta y en un barrio rustico, sencillo, tranquilo, de esas calles con los tipicos buzones en la entrada.
Al llegar, nuestra anfitriona nos recibió de la mejor manera, muy agradable y simpática, aunque hablaba un inglés bastante más cerrado, al que hablan en Miami, pero se hacía entender.
Nos dio las indicaciones de la casa y nos recibió con agua y con la tradicional torta Key Lime Pie.
La casa contaba con dos habitaciones, dos baños, un living comedor con sillón cama, una cocina súper completa, lavasecarropas a disposición y un hermoso jardín trasero, lugar que lo destinábamos sobre todo para el desayuno.
La cuadra era muy pero muy tranquila, de noche casi que no había luz eléctrica, el camión de basura pasaba solo días determinados.
Un día caminando por el frente de la casa, termine hablando con el vecino de enfrente, un muchacho joven, que demostraba ser amante del surf por sus tablas y logramos tener una conversación bastante animada, yo hablándole de Bs As y el contándome de su vida en Sarasota.
Se puede decir que vivimos la experiencia Sarasota en forma pura y directa y esas son cosas geniales que pueden pasar en los viajes.
Nuestra estadía en esa casa, es algo que jamás olvidaremos y siempre está en nuestro pensamiento, la idea de volver.